Con el inicio de este nuevo año, vamos a comenzar a publicar en este blog algunos artículos o reseñas que entendemos pueden ser de interés para los aficionados al ritmo del 2x4.
Y vamos a iniciar la andadura con una serie denominada "Las letras del tango", donde uno de nuestros socios nos da su particular punto de vista sobre las letras de algunos de los tangos más celebres.
Algunos de estos artículos ya fueron publicados en su día por la revista "Tangoneón".
LAS LETRAS DEL TANGO:
EL PORTEÑITO
Sin entrar en la
eterna discusión sobre el origen del tango, parece probado que, allá por 1854
-cuando el tango andaluz arribó a los teatros de Buenos Aires- llegaba ya con sus
propias letras, muchas de ellas populares.
Esas letras, al
entrar en contacto con la nueva realidad porteña, se
“acriollaron”, es decir, fueron hechas
suyas por los habitantes del Río de la Plata y acomodadas a las circunstancias
y habla del lugar. Eso, probablemente entre muchas otras cosas, dio lugar a los primeros tangos cantados,
cuyas letras giraban, casi siempre, en torno al lugar (prostíbulo) y medio (arrabal) en el que la acción de los mismos se desarrollaba.
Aquellos primeros tangos decían cosas de este tenor:
Mañana por la
mañana / me voy a las Cinco Esquinas / para echarme un ....../ en la cama de mi
china.
Puro romanticismo,
vamos.
Sin embargo, con el
comienzo del siglo XX aparece el letrista profesional que, sin olvidar el origen
arrabalero y prostibulario del tango, intenta suavizar las letras para que sean
aceptadas por un público lo más amplio posible. El primero, posiblemente, fue
Angel Villoldo, que allá por el año 1903
componía letra y música de “El
porteñito”(la letra se asegura que realmente fue de Alfredo Gobbi padre,
pero esa es otra historia). El contenido, que es toda una declaración de
principios, no tiene desperdicio:
El Porteñito
Soy hijo de
Buenos Aires,/ por apodo “El Porteñito, / el criollo mas compadrito (más chuleta) / que en esta tierra nació. / Cuando un tango en la
vigüela (guitarra) / rasguea algún compañero / no hay nadie en el mundo
entero / que baile mejor que yo.
No hay ninguno
que me iguale / para enamorar mujeres, / puro hablar de pareceres / puro pico (labia) y nada más. / Y al hacerle la encarada (al dirigirme a
ella) / la filo (la embauco)
de cuerpo entero/ asegurando el puchero / con el vento (dinero) que
dará.
Soy terror de
las franelas (pantalones) / cuando en un baile me
meto, / porque a ninguno respeto / de los que hay en la reunión. / Y si alguno
se retoba (rebela) / queriendo meterse a guapo (hacerse el valiente)
/ yo le encajo un castañazo / y a buscar quien le engendró.
Cuando el vento (dinero) ya escasea / le formo (cuento) un cuento a mi china (chavala) / que es la paica (hembra) más ladina
/ que pisó el barrio del Sud / Y como caído del cielo / entra el níquel al
bolsillo / y al compás del organillo / bailo un tango a mi salú.
Evidentemente el amigo es una joya, y por lo
que se lee en la última estrofa quedan pocas dudas de la profesión del elemento
y de su “china”. Es curioso que, entre las muchas variantes de la letra que se
conocen, unas cierran con “un tango a mi salú” y otras con “un tango a su
salú”. La verdad es que pensándolo un poco no se sabe qué es peor. Por otra
parte es una lástima que, por mor de hacer al tango algo políticamente
correcto, en la mayoría de las versiones cantadas de épocas mas recientes se
haya mantenido únicamente la primera estrofa acompañada de alguna variante,
centrando la atención exclusivamente en las dotes danzarinas de nuestro amigo-
con injusto olvido de todas esas otras cualidades que le adornan-.
Para más inri lo alegre de su música ha hecho que muchas de las versiones que circulan tengan ritmo de milonga y muchas de ellas únicamente instrumentales, lo que es una lástima.
Copyright.GonzaloGomezGimeno.2003